lunes, 5 de octubre de 2009

Colchonetas. Un club. Una cancha de algo y un equipo de música. La profesora de geografía de cuarto año da clases de comedia musical adentro de la cancha. Pone un cassette (¿Un cassette? ¡Qué antigüedad!) adentro del equipo y se escucha uno de los temas del musical Cats. La profesora va haciendo pasar de a poco a los chicos que quieren presentar una coreografía. Yo sigo esperando en una esquina del aula (¿no era una cancha? ¿Por qué de pronto se transformó en aula?) pero nunca me elige. Estoy impaciente porque justo es un tema que conozco bien. Suena el timbre, los chicos se dispersan y ella empieza a caminar. La sigo y le digo que a mi también me gustaría pasar la coreografía; me contesta que, como yo siempre llego tarde (¿?), eso no va a ser posible. Aunque en el sueño tengo forma de adulto (tengo mi cuerpo actual), todos los chicos del curso son niños. La profesora sigue caminando y un grupo de chicos aparece corriendo en sentido contrario al nuestro. En el revuelo, al cruzarnos, uno de ellos -que se parece mucho a José Palmitano cuando era chico (¿?), me agarra de la mano y me lleva lejos.