miércoles, 19 de agosto de 2009

Fade in. Camino por un pasillo largo. Llego a una puerta, la abro y entro a una habitación en donde, una parte de mi familia patagónica (a la que veo de manera más que esporádica) está sentada alrededor de una mesa compartiendo una cena. Al verme llegar, mi prima Laura se levanta y se acerca a mí. Me mira y me pregunta: “¿Y? ¿Ya nos compraste el lavarropas?”. Pienso: ‘¿El lavarropas? ¿Yo tenía que comprarles un lavarropas? ¿Por qué razón tendría que comprarles un lavarropas?' Y, paralelamente, 'hola, tanto tiempo, ¿no? ¿Ustedes bien? ¿La familia, el perro, los gatos?'. La miro. La cara y el cuerpo de mi prima quedaron inmovilizados en una actitud de espera desde el momento en que me formuló la pregunta. Miro hacia la mesa y las otras cuatro personas también quedaron congeladas. Si bien están inmóviles, el sonido de sus acciones se sigue escuchando (se escucha el ruido de los cubiertos y platos de personas al almorzar o cenar). Vuelvo a mirar a Laura, que sigue estática y en actitud de espera, y pienso en qué es lo próximo que puede llegar a pasar si me quedo en el lugar. Fade out.